PROYECTO SALA 2
Hormigas, arañas, abejas…
de Daniel Joglar
Curada por Victoria Noorthoorn y Graciela Hasper 25 de junio - julio 2004
de Daniel Joglar
Curada por Victoria Noorthoorn y Graciela Hasper 25 de junio - julio 2004
hormigas, arañas, abejas... o lo que es, lo que era y quizás lo que será*
–Esta es una banda de papel que pertenecía a un fajo de catálogos. Cuando la saqué, vi que tenía un montón de cosas, por ejemplo, las marquitas, la cinta pegada. Entonces pensé ¿esto puede ser una escultura? Cuando se lo comenté a una persona, me dijo “¿qué ves vos para que sea una escultura? ¿Qué cualidades?” Y veo un montón de acciones del hombre, además de la elección mía de haberla agarrado, veo un trabajo sobre ella. Y la idea de que antes contenía algo y ahora no. Entonces me pregunto qué puedo hacer yo para transformar este trabajo, qué hago, lo cambio de escala, lo hago grande, lo cambio de material, lo hago en madera. No sé. Pero no me parece que por ahí sea la vuelta... Pero qué pasa si yo multiplico ésta, si hago cinco... ya ahí sucede otra cuestión. Y si yo lo miro por el lado de la fábrica, este acto lo hizo una persona, porque agarró un recorte, envolvió los catálogos y lo hizo él. Casi el único gesto humano, porque todo lo demás es mecánico en la imprenta. Y ahí hay algo que todavía está en vistas...
-No encontró su lugar.
-Exacto.
Es una tarde soleada del invierno. Desde el patio se puede ver ropa colgada en una terraza, dos o tres nubes que cruzan veloces y, en un macetero, una familia de cactus. Una geografía de disparidades que en su sitio cobran este aire de cercanía, como si Joglar estuviera también actuando sobre el paisaje. “Estoy buscando cosas” dice él y habla de transformaciones, de movimientos de traslado entre un punto y otro, de ese capítulo de Martin Hollis que titula la muestra. Abejas, arañas, hormigas... una multiplicación de elementos para quizás armar un sentido nuevo.
–Te leo esta cita: “Aquellos que han cultivado las ciencias han sido hombres de experimentos u hombres de dogmas. Los hombres de experimentos son como la hormiga, sólo reúnen y utilizan; los razonadores se parecen a las arañas, que fabrican telarañas con su propia substancia.” A pesar de su tono de menosprecio, Bacon ve en ambos ciertas virtudes y recomienda “un camino intermedio”, simbolizado por la abeja, que “junta los materiales en las flores del jardín y de los campos, pero los transforma y los digiere gracias a su propio poder.”
–Entonces hormigas, arañas, abejas como tres formas de aproximación al conocimiento o a la producción...
–Sí, pero yo me quedo con la imagen de los tres insectos y veo algunas relaciones entre ellos y mis modos de trabajo.
–Siempre hay una sensación de suspensión frente a tu trabajo. Esa idea de que las cosas están ahí suspendidas y son otras ahora. Me gustaba lo de hormigas, arañas, abejas porque es una enumeración suspendida.
–Sí, podría continuar... Al principio buscando nombres empecé a enumerar en un papel los materiales, decía: madera, bolitas de acrílico, resmas de papel...
–Tus trabajos, en general, más que expandirse, toman una línea y la continúa. Éste se ve más estallado... como la tela de una araña.
–Sí. Y más detallada, algo más narrativa.
–¿Menos lírico?
–Sí. Pero no dicen algo específico. Más bien insinúan. O proponen. La historia la arma más el otro, me parece.
–Sí. Pero cuando decís narratividad, yo no la puedo pensar en el objeto en sí, sino en el sentido del objeto. No en la historia del objeto que abandona la resma de papel sino el sentido de la resma de papel corrido.
–Eso para mí es fundamental. Ahí es donde yo veo una transformación de las cosas. La vislumbro. Sé las acciones que hice o las que no hice para que esto ocurriera pero a veces siento que también ocurre un truco de magia y que no sé. Hay algo que se me escapa. Y es donde más me gusta. Porque a veces lo que un poco me molesta es que aunque me gustan mucho las cosas que pongo allí, no podría decir que son cosas lindas.
–No son seductoras y eso está bueno.
–Claro, no me gustaría que se vea como una colección de cosas lindas. Justamente cuando eso que se me escapa ocurre, que es lo que más me atrae, las cosas cambian esa posibilidad. Pero no tengo un sistema. No hay un manual para hacer tal truco...
–Hay un libro que yo adoro, una serie de Úrsula LeGuin, que es la historia de un mago, de Ged. Y la magia en Terramar, en este mundo, es de acuerdo a una lengua sagrada, pero por más que vos sepas las palabras sagradas no todo mago tiene el mismo poder porque hay algo que se escapa.
–Ahí yo encuentro mi relación con la abeja, con su posibilidad de transformación. Aunque intento un desapego con mi trabajo. A veces se me ocurren obras, pero intento esperarlas, darles tiempo.
–También tiene algo de alquimia eso que decías. Tomar una cosa para transformarla en otra. Siempre me pasa una cosa entre vos y lo que hacés, vos tenés cierto nomadismo –notable– y tu trabajo, de alguna manera siempre me da esa sensación de un nomadismo en la quietud. Eso de que está todo en movimiento y a la vez está todo quieto, suspendido. Porque la primera imagen es de mucha quietud, está todo ahí en un instante determinado pero nada nada está adherido, nada está fijo, nada es constante.
–Sí, yo pienso que hay un cuidado. Sabés qué, en eso que hablábamos de la magia, en eso de que algo ocurre, siento que tiene que ver con ese movimiento en la quietud que vos me decís. Porque cuando yo siento que hay una transformación, es como si ocurriera es acto de magia. Ahí veo velocidad, una acción muy muy fugaz. Busco encontrar eso. Y ese es un deseo fuerte.
–Sí, como un motor. El instante en que eso que conocías ahora es otra cosa.
–¿Sabés? Hay otra frase que me gustaba como título, te leo: “como máximo los sentidos nos dicen sólo lo que es, lo que era y quizás lo que será.” Esta es: “lo que es, lo que era y quizás lo que será”. Lo que es, el material en sí. Lo que era, porque creo que realmente el cambio de contexto algo produce sobre el material. Parece que no pasa nada. Y lo que será, o lo que podrá ser, depende un poco de la mirada. Hacia ahí perfila, si sucede.
Fragmentos de una conversación entre Daniel Joglar y Andi Nachon
*Martin Hollis, Invitación a la filosofía
Hormigas aranhas, abejas... simbiosis entre instalación y exposición individual del artista marplatense cuya práctica se caracteriza por la elección y configuración de los más variados materiales que forman parte de nuestro paisaje cotidiano.
En una instalación que requerirá del visitante un tiempo más pausado, Joglar dispondrá los objetos y materiales de su elección sobre siete mesas que actuarán como marco para la transformación que la mirada de Joglar propone sobre los objetos encontrados. Recurriendo a la elección de una gama de colores definida, Joglar llevará a cabo su obra utilizando como aliada a la sutileza, y la agudización de la mirada.
Para esta exposición, Joglar se inspiró en un pasaje del libro de Martín Hollis Invitación a la filosofía en el cual el autor propone paralelos para diversas formas de relación respecto del trabajo. Mientras que los hombres de experimento reúnen y utilizan, como la hormiga, los razonadores se parecen a las arañas, que fabrican telarañas con su propia sustancia. Por su parte, el camino intermedio de la abeja conlleva el recoger los materiales de las flores y los campos para luego transformarlos y digerirlos.
Como la hormiga, Joglar recolecta, reúne, elije, y dispone. Razona su abanico de posibilidades, lo ordena y clasifica, pero sin seguir un orden o sistema de reglas. Pero asimismo, estos materiales en nuevas disposiciones proponen nuevos universos visuales, como en el caso de las arañas que tejen su nueva configuración. En todos los casos, su gesto y mirada resultan transformadores tanto de las situaciones creadas como de los mismos objetos y materiales. Y si bien los objetos originales están allí, muchas veces intactos, el gesto sutil y poético de Joglar cercano a la alquimia, nos presenta una nueva visión de las cosas, y realza los detalles más ínfimos de nuestro derredor. No nos habíamos dado cuenta que vivíamos rodeados de posibilidad y poética, y Joglar nos lo esclarece.
Victoria Noorthoorn y Graciela Hasper